Largometraje de ficción escrito por María Fontán y María Teresa García.
En un pequeño piso de Lasarte, Miren (25) observa cómo los paramédicos levantan el cadáver de su abuela. No es capaz de sostener a su madre, quien desea
evitar que se lleven a la mujer a toda costa. Basta un bofetón para que Miren se quede paralizada. Se ha quedado sola en el mundo.
En Madrid, Mercedes (70) se mantiene parada, expectante, delante de la lavandería a monedas de su barrio al amanecer. Tras los ventanales de cristal se ve el cuerpo inerte
de una mujer tendido en el suelo limpio de sangre. Las pocas personas que pasan delante de ella no parecen percatarse del crimen. El amanecer tiñe el cielo de Madrid y
Mercedes decide que es hora de volver a casa. “Ella” ha vuelto.
En la línea de caja del supermercado, María (40) pasa los productos de dos señoras que comentan la tragedia de una chica que esa noche nunca volvió a casa. Tienen miedo
de dejar a sus nietas salir a la calle solas. Esa tarde, María compra todos los periódicos del kiosko en un intento de encontrar nuevas pistas que le ayuden a encontrar a
“Ella”. Esta muerte no será la última y ella lo sabe. Su madre fue víctima de la misma y no ha dejado de buscar venganza todos estos años.
Escapando de sus demonios, Miren se muda a Madrid, donde encuentra trabajo en un bar de Chueca. Gracias a él conocerá a María, con quien poco a poco entablará una
relación cada vez más íntima. Por primera vez en su vida, Miren se rodeará de la comunidad LGBTI+ donde podrá redescubrirse a sí misma lejos de las restricciones de su
madre. Un minuto de silencio en el bar revela que la víctima que apareció en la lavandería era una mujer del colectivo y no ha sido la primera. Pese a las manifestaciones,
los medios no parecen hacerse eco y las fuerzas de la seguridad no están tomando las medidas necesarias. Miren comienza a sentirse perseguida por las calles a la salida
del trabajo.
En su propia burbuja, Mercedes ha dejado el canal 24h en su salón mientras limpia su casa y prepara su maleta. Ella sabe lo que significan estas muertes: ha vuelto el amor
de su vida, “Ella”. La espera de toda una vida por fin da sus frutos y tiene que ponerse en acción. Mercedes se sienta en su brasero y, reposando su brazo sobre la mesa
adornada con un tapete de crochet, se saca sangre sin perder la sonrisa. “Ella” busca sangre y Mercedes se la va a dar.
De vuelta de casa de Miren, María se encuentra en un parque la pequeña bolsa de sangre que Mercedes dejaría horas atrás. Extrañada por su naturaleza, decide que podría
ser la pista que la lleve a “Ella”. Una noche de guardia la dejará sin esperanzas y, por primera vez en su vida, se planteará que quizás su venganza es un objetivo que nunca
llegará. Esa misma noche, una nueva víctima aparecerá en el barrio; Esa misma noche, Mercedes decidirá que las bolsas no son suficientes y necesita a una presa “fresca”
para atraerla a “Ella”; Esa misma noche, Miren volverá a sentirse perseguida en la oscuridad de la noche.
La nueva víctima hace que los medios se enciendan, las calles estallen en pánico y el pueblo se movilice. Los rumores comienzan, el pueblo se convierte en verdugo y los
medios en un fuego imparable.
Así, una fría noche de invierno, en un barrio donde las luces de navidad no llegan, Mercedes lleva a Miren al parque y le corta para derramar su sangre. En las sombras,
corre hacia ellas María. Bajo la oscuridad de los árboles, las tres mujeres se encuentran cara a cara con “Ella”, descubriendo así que las noticias, los rumores y los
recuerdos nada tenían que ver con la realidad. “Ella” es un vampiro. En ese frío lugar, Mercedes comprenderá que su amor nunca habría podido ser correspondido; María
sabrá que su venganza tiene como resolución su sacrificio; Miren encontrará el valor para enfrentarse a sus demonios y aceptar quién es de verdad.